viernes, 13 de julio de 2012

De por qué hago un blog y no un programa de radio o "Calladita, te ves más bonita"




Dedicado especialmente a mi querida @euniquegtz y a mi amado @arvanegas

Cuando era niña y mi madre o mi padre me reprendían por alguna travesura, una de las cosas que siempre me pedían era "háblame, explícame ¿por qué lo hiciste?". No podía. Quería responder, decir que el jarrón lo había roto el gato al restregarse contra él o que el niño al que aventé al piso del patio de la escuela había antes insultado a la mamá de mi mejor amiga por ser trabajadora doméstica. Pero yo no podía.

Pensaban que les retaba o les quería hacer enojar aún más -incluso a veces disfrazaba mi silencio con esa intención- pero la verdad era que yo no podía hablar, no era capaz de articular palabra. Nunca entendí por qué me sucedía eso.

Al pasar de los años y después de estudiar las "vicisitudes" de la configuración de la feminidad, puedo vislumbrar alguna explicación...

Y es que cuando una le entra a esto de los feminismos se da cuenta de la multitud de normativas sociales que carga a cuestas. Algunas de estas normas -que yo les llamaría mejor "ataduras"- son en extremo fáciles de quitar, algunas otras las seguimos trayendo en las espaldas por años y, muchas se quedan por siempre con nosotras.

Para mí, una de estas ataduras radica en el poder de la palabra:
Soy una mujer con miles de cosas que decir, pensar, sentir y hacer, pero cuando se trata de hablar -ya sea frente a un público numeroso, frente a mi madre enfurecida o durante una gran discusión con mi compañero de vida-, mi garganta se cierra y mi boca se seca.
Y es que el principal mandato de género que se nos ha impuesto a las mujeres y que nos sigue manteniendo en el indefensión es aquél que versa 
"Calladita, te ves más bonita".

Y como ya me cansé de ser bonita y cada vez tengo más cosas que decirle a quien se interese en escuchar, voy a empezar a hablar y dejar salir a mis demonios.

Se me sigue cerrando la garganta y secando la boca así que, en esta ocasión, dejaré que mis dedos hablen por mi lengua y comenzaré con esta aventura con la esperanza de que alguien que me lea y a quien le suceda lo mismo, encuentre inspiración para conspirar contra sus propios demonios...







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