sábado, 21 de julio de 2012

22-J Día Internacional del Trabajo Doméstico


Cuando desaparezca la última criada, 
el colchoncito en que ahora reposa nuestra conformidad, 
aparecerá la primera rebelde furibunda.
ROSARIO
CASTELLANOS
(1970)

Mañana, 22 de Julio, es el Día Internacional del Trabajo Doméstico.


Ése que sólo que se ve cuando nadie hace...
Ése que, de tan tedioso y difícil que es, nadie reconoce (de hecho, la gran mayoría de los casos, no se paga).
Ése que reproduce día a día condiciones de desventaja y prácticas discriminatorias para las personas (generalmente, mujeres) que lo realizan.

Cuando el trabajo doméstico se realiza a cambio de remuneración económica, las trabajadoras -en México y en muchos otros países- se enfrentan a la violación sistemática de sus derechos laborales (por decir lo menos).

Citaré las palabras de Mary Goldsmith -investigadora de la UAM-Xochimilco que, desde años, se dedica a escribir sobre el tema- para hacer evidente la discriminación a la que se enfrentan las y los trabajadoras domésticas:

La discrimi­nación ha sido parte del trato a las y los trabajadores del hogar casi siempre; a lo largo de los años, se puede observar en los nombres despectivos, en la caracteri­zación de este sector en los medios, en los chistes y en los refranes. Incluso en la legislación laboral y en la jurisprudencia persiste la noción de servidumbre res­pecto a esta actividad, de manera que se ha negado a las y los trabajadores del hogar algunos derechos que sí tienen los demás trabajadores. En ocasiones, la dis­criminación se ejerce de manera velada, con un tono maternalista-paternalista, cuando un empleador o em­pleadora dice con afecto: “Es como de la familia” (con el subtexto de que la persona debe sujetarse a las je­rarquías familiares); en otras, se maniiesta de manera explícita y denigrante, como cuando se asigna a una trabajadora utensilios y platos especiales por temor a la “contaminación”.
En el trabajo del hogar remunerado están impresas las huellas de las desigualdades sociales de raza, clase y género: también éstas orillan a las personas a em­plearse en esta ocupación, pues no tienen acceso a otras oportunidades; además, se reproducen de ma­nera cotidiana en las relaciones laborales. Recuerdo que una trabajadora me relató hace años que la niña a quien cuidaba rayaba las paredes todos los días, y cuando le llamaba la atención, le respondía: “Yo pue­do hacer lo que quiera. Tú estás aquí para limpiar las paredes”. (ENADIS, 2010, Resultados sobre trabajadoras domésticas)

Esto en cuanto al trabajo doméstico remunerado pero, ¿qué sucede con el trabajo doméstico que nadie paga?
Ése que hacen las "amas de casa", 
ése que sólo se enaltece en el Día de las Madres a través de los "regalos perfectos para mamá" (que, por supuesto, incluyen lavadoras, planchas, refrigeradores, aspiradoras, etc).
Ése que sólo se reconoce cuando... 
bueno, casi nunca se reconoce...
Es necesario comenzar no sólo a reconocer las labores que realizan las mujeres en el hogar sino también a compartirlas... 
¿es eso un "sueño imposible"?

Veámos...


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